Salud

Signos y síntomas del cáncer de orofaringe y de cavidad oral

Algunos posibles signos y síntomas del cáncer de orofaringe y de cavidad oral son:

Una úlcera en la boca que no se cura (es el síntoma más común)

Dolor en la boca que persiste (también es muy común)

Un bulto o engrosamiento en la mejilla

Un área blanca o roja sobre las encías, lengua, amígdalas o el revestimiento de la boca

Un dolor de garganta o la sensación de que hay algo atascado en la garganta que no desaparece

Dificultad para masticar o tragar

Dificultad para mover la mandíbula o la lengua

Entumecimiento de la lengua u otra área de la boca

Hinchazón de la mandíbula que hace que las dentaduras postizas no se adapten como es debido o se sientan incómodas

Aflojamiento de los dientes o dolor alrededor de los dientes o en la mandíbula

Cambios en la voz

Un bulto o masa en el cuello

Pérdida de peso

Mal aliento constante

Muchos de estos signos y síntomas pueden también ser causados por otras dolencias diferentes al cáncer, o incluso por otros tipos de cáncer. Aun así, resulta muy importante consultar con un médico o dentista si alguna de estas condiciones dura más de 2 semanas para que se pueda encontrar y tratar la causa, de ser necesario.

Factores de riesgo para los tipos de cáncer de orofaringe y de cavidad oral

Un factor de riesgo es todo aquello que está vinculado a su probabilidad de padecer una enfermedad, como el cáncer. Los distintos tipos de cáncer tienen diferentes factores de riesgo. Por ejemplo, la exposición de la piel a la luz solar intensa es un factor de riesgo para el cáncer de piel. Asimismo, el hábito de fumar es un factor de riesgo para muchos tipos de cáncer.

Existen distintos tipos de factores de riesgo. Algunos no pueden cambiarse, como su edad o raza. Otros pueden estar relacionados con elecciones personales como fumar, beber o la alimentación. Algunos factores afectan el riesgo más que otros. Sin embargo, los factores de riesgo no lo indican todo. El tener un factor de riesgo, o incluso muchos, no significa que una persona padecerá la enfermedad. El hecho de no presentar ningún factor de riesgo, tampoco significa que no padecerá la enfermedad.

Algunas personas con cáncer orofaríngeo u oral presentan algunos o ningún factor de riesgo conocido; en cambio, otros que presentan factores de riesgo nunca llegan a manifestar la enfermedad. Aun si una persona tiene factores de riesgo, es imposible saber con seguridad hasta qué punto éstos contribuyeron a producir el cáncer.

Tabaco y bebidas alcohólicas

El alcohol y el tabaco son dos de los factores de riesgo más fuertes para los cánceres de orofaringe y de cavidad oral.

Tabaquismo

La mayoría de las personas con cáncer oral y orofaríngeo consume tabaco, y su riesgo de padecer estos tipos de cáncer está relacionado con la cantidad de tabaco y por cuánto tiempo lo han fumado o masticado.

Los fumadores tienen muchas más probabilidades de padecer estos tipos de cáncer que los no fumadores. El humo de los cigarrillos, los cigarros o las pipas puede causar cáncer en cualquier lugar en la boca o la garganta. También puede causar cánceres de laringe (órgano fonador), pulmón, esófago (conducto de deglución), riñón, vejiga y muchos otros órganos.

Resulta importante que los fumadores que han recibido tratamiento para el cáncer de cavidad oral o de orofaringe dejen de fumar, incluso si parece que se curó el cáncer. Continuar el hábito de fumar aumenta significativamente su riesgo de padecer otro cáncer de boca, garganta, laringe, o pulmón.

Los productos del tabaco para uso oral (tabaco para aspirar, masticar y escupir, o tabaco disoluble) están asociados con cáncer de mejilla, de encía y de la superficie interna de los labios. El consumo de productos del tabaco para uso oral por tiempo prolongado está relacionado con un riesgo muy alto. Estos productos también causan gingivitis, destrucción de las cavidades óseas alrededor de los dientes y pérdida de los dientes. Resulta importante que las personas que han recibido tratamiento para el cáncer de cavidad oral o de orofaringe dejen de usar todos los productos de tabaco de consumo oral.

Consumo de bebidas alcohólicas

El consumo de bebidas alcohólicas aumenta el riesgo de padecer cáncer orofaríngeo y de la cavidad oral. Cerca de 7 de cada 10 pacientes con cáncer oral consumen mucho alcohol.

Consumo de bebidas alcohólicas y tabaco a la vez

El riesgo de estos tipos de cáncer es incluso mayor en personas que consumen bebidas alcohólicas y tabaco con el mayor riesgo en personas que fuman y beben en exceso. De acuerdo con algunos estudios, el riesgo de estos tipos de cáncer en personas que consumen bebidas alcohólicas y tabaco en exceso puede ser 100 veces mayor que el riesgo en personas que no fuman ni toman bebidas alcohólicas.

Edad

Los cánceres de cavidad oral y de orofaringe por lo general tardan muchos años en formarse de manera que no son comunes en las personas jóvenes. La mayoría de los pacientes afectados por estos cánceres tienen más de 55 años de edad cuando se les detecta la enfermedad por primera vez. No obstante, esto pudiera cambiar debido a que los cánceres relacionados con el VPH se están volviendo más comunes.

Nutrición deficiente

Se ha determinado en varios estudios que una dieta baja en frutas y hortalizas está relacionada con un mayor riesgo de cáncer oral y de orofaringe.

Sistema inmunitario debilitado

Los cánceres de cavidad oral y orofaringe son más comunes en personas que tienen un sistema inmunitario debilitado. Ciertas enfermedades que se presentan al nacer, así como el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida, o AIDS por sus siglas en inglés) y ciertos medicamentos (como los que se administran después de los trasplantes de un órgano) pueden causar un sistema inmunitario debilitado.

Es importante si crees coincidir con alguno de estos factores de riesgo, acudir con tu médico o dentista para una evaluación pertinente del caso. Así como eliminar tabaco y alcohol en exceso de tu rutina diaria.

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Salud

Trastornos de la articulación temporomandibular (ATM)

Articulación temporomandibular (abreviada como “ATM”) actúa como una bisagra deslizante que conecta la mandíbula con la parte lateral de la cabeza. Existen dos articulaciones apareadas, una a cada lado de la cabeza, localizadas justo en frente de los oídos.

Si la articulación temporomandibular funciona adecuadamente, permite hablar, masticar y bostezar. Es una articulación muy necesaria y altamente empleada en nuestra vida diaria.

Cada articulación está compuesta por un disco cartilaginoso, músculos, ligamentos, vasos sanguíneos, nervios cercanos y, por supuesto, los dientes.

Cuando la articulación no funciona correctamente, puede dar lugar a algunos trastornos bastante molestos y dolorosos.

Trastornos de la ATM

¿Qué alteraciones tratamos?

Los trastornos de la ATM son alteraciones que pueden provocar dolor y disfunción en la articulación y en los músculos que controlan el movimiento de la mandíbula. Son más frecuentes entre las mujeres con 20 años o 40-50 años. En casos excepcionales, puede afectar también a bebés, ya que es posible nacer con anomalías en la articulación temporomandibular.

Existen tres tipos de alteraciones:

Dolor Miofascial: Puede aparecer en pacientes con una articulación temporomandibular normal. El síndrome es causado por tensión, cansancio o espasmos en los músculos masticadores, provoca dolor en los músculos que controlan la mandíbula y, a menudo, produce anomalías en la movilidad mandibular.

Asimetría interna: Es la forma más común de alteración articular. Está causada por un disco desplazado, una mala alineación, una mandíbula dislocada o lesiones de cóndilo. Los síntomas más frecuentes son dolor articular localizado y chasquidos al mover la articulación.

Alteraciones degenerativas e inflamatorias

¿Cuáles son las causas?

Para muchas personas con trastornos de la ATM, a menudo resulta difícil determinar la causa de esta afección. El dolor puede aparecer por una combinación de factores:

Desórdenes congénitos y del desarrollo: dan lugar a aplasias, hipoplasia e hiperplasia.

Maloclusiones: si alteramos el equilibrio de la oclusión se puede ver afectado el cartílago de la articulación temporomandibular, dando lugar a problemas musculares, dolores de cabeza y, con el tiempo, disfunciones mandibulares.

Desarreglo del complejo cóndilo-disco: conlleva alteraciones anatómicas, condilares, desplazamiento anterior del disco y dislocaciones del disco.

Enfermedades metabólicas

Desórdenes musculares: provocan dolor miofascial, miositis, espasmos y contracturas.

Pérdidas dentales: con la pérdida de piezas dentales, el hueso maxilofacial empieza a perder hueso. Eso, a largo plazo, puede dar lugar a problemas articulares.

Traumatismos: debido a un traumatismo pueden aparecer fracturas, desgarros o roturas en la articulación.

Neoplasias

Osteoartritis

Adherencias disco-condilar y disco-fosa

Anquilosis: es la pérdida de movimiento articular a causa de la fusión de los huesos que se insertan en la articulación o debido a la calcificación (depósito de calcio en los tejidos) de los ligamientos que la rodean. En la mayoría de veces, la anquilosis aparece a consecuencia de una lesión o una infección, pero puede estar presente de nacimiento o ser consecuencia de la artritis reumatoide.

Sobrecarga física

Estrés o depresión: pueden causar efectos físicos sobre la estructura alrededor de la articulación, dando lugar al rechinamiento de los dientes (también conocido como bruxismo).

¿Cuáles son los síntomas?

En las personas con disfunción temporomandibular, los problemas en la articulación y los músculos que la rodean pueden causarles síntomas, tales como:

Dolor :

En la cara, mandíbula o cuello.

Alrededor, delante o en la oreja.

En ambos lados de la cabeza.

Aun lado de la cabeza, que se activa al apretar los dientes.

En los músculos y/o articulación de la mandíbula.

Movimiento limitado o bloqueo de la mandíbula.

Rigidez en los músculos de la mandíbula.

Dificultad o molestias para masticar.

Un cambio en la forma en la que los dientes encajan entre sí.

Espasmos musculares alrededor de la mandíbula.

Los trastornos de la ATM también pueden provocar un chasquido o una sensación chirriante al abrir la boca o al masticar. Sin embargo, si no hay dolor o limitación de movimiento, es muy probable que la persona no necesite un tratamiento específico.

Tratamientos específicos

¿Cómo tratamos la ATM?

El dolor en la mandíbula, puede desaparecer con poco o ningún tratamiento. El tratamiento puede pasar por la aplicación de simples prácticas, por ejemplo, ingerir alimentos blandos o aplicarse hielo. Pero también puede requerir el uso de analgésicos o dispositivos para colocarse en la boca. El odontólogo valorará la situación de cada paciente para recomendar la aplicación de tratamientos conservadores o el uso de cirugía:

Tratamientos conservadores

Férulas de estabilización: Estos dispositivos sirven para desprogramar, modificar la estimulación sensorial, reducir la actividad y, por lo tanto, el dolor muscular que se produce por la constante presión mandibular.

Fisioterapia: Algunas técnicas de fisioterapia adecuadas y asociadas a un tratamiento odontológico pueden favorecer la calidad de vida de los pacientes.

Y en alguno de los casos más graves es necesario una intervención quirúrgica.

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